IDENTIDAD, CUMBE y CIMARRONAJE: una presentación Por Oswaldo
- La rueda
- 16 abr 2018
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 18 may 2018
La filosofía africana dice: “Las viejas palabras intercambiadas,
olvídalas. Ahora es tu nombre lo que hay que conservar,
porque se viene al mundo para hacerse con un nombre. Si
naces, creces y mueres sin tener nombre, has venido para
nada, has partido para nada”.
Identidad:
1. f. Conjunto de rasgos o informaciones que individualizan o distinguen algo y confirman que es realmente lo que se dice que es.
2. Igualdad o alto grado de parecido:
3. mat. Igualdad que siempre se cumple, al margen del valor de sus variables.
Cuando pienso en mi experiencia en el grupo Cumbe, por muy obvio que parezca lo que quizás a simple vista no lo es, se me hace imposible no pensar en cimarronaje. Sin querer, y valga la comparación, el devenir de los acontecimientos nos ha colocado en un contexto análogo al de las primeras comunidades de africanos, emancipados o en vías de emancipación, que durante el proceso de la colonia e independencia buscaron establecerse en comunidades organizadas con el propósito de procurarse libertad y dignidad.
Resulta muy semejante la necesidad de forjarse una identidad en la que se construyan y se contrasten valores propios respecto a los códigos, símbolos de libertad, solidaridad y resistencia tanto de la cultura de origen africana como la brasileña, además de la venezolana planteada por el grupo Cumbe desde sus inicios, a la antigua búsqueda de identidad de los esclavizados del continente. Cumbe es un grupo que se debe principalmente a su propia historia y es en este fundamento –creo- que se dibuja una intención muy cimarronera y justa, a mi parecer, de procurase espacio e identidad en diálogo franco con la tradición capoerística del Brasil y con la condición de sabernos venezolanos. Definir en un primer intento qué es el Centro Cultural Venezolano Cumbe Capoeira no es empresa fácil. Podríamos decir que ha sido todo lo que ha sido hasta ahora, y al decir esto, podríamos entendernos como un colectivo fundado en el experimento, la experiencia (como conocimiento adquirido y como enseñanza procurada) y la investigación.
Desde mi punto de vista el grupo Cumbe busca en un principio construir una capoeira de la experiencia, desde identidad venezolana y caraqueña, donde el imaginario venezolano dialogue con las bases y los fundamentos afrobrasileños en total franqueza e igualdad. Donde se construyan puentes reales y firmes entre las culturas que se forjen en el diálogo permanente entre sus prácticantes y sus realidades (experiencia como acontecer), una capoeria de la experiencia.
Pero, ¿qué es una capoeira de la experiencia? Si consideramos los ajustes que ha sufrido la manifestación en el ámbito particular del grupo Cumbe, podríamos llamarla también una capoeira de la dificultad.
Sin intenciones de romantizar ni sobrevaluar nuestra experiencia, nuestro proceso supuso y supone muchos “altibajos”: transformaciones, mudas de lugares, críticas (tanto positivas como negativas), invitaciones, rechazos, etc; cosas que han contribuido al abordaje de la manifestación de una manera que considero plenamente auténtica y particular, ya que surge de la necesidad de adquirir un conocimiento significativo y a su vez propone nuevas situaciones; nuevos contextos donde el rompimiento sirve como catalizador de ideas, de cuestionamientos que se traducen en cambios y saberes. La necesidad, en este caso, es la de perpetuar una actividad que privilegia ante todo la práctica del ritual (el acto) y el compromiso con la manifestación y no con otra clase de intereses. Una capoeira de la experiencia se forja desde su acontecer y se traduce en corporalidades particulares, imaginarios y visiones de juego propias; así como en una teatralidad particular e inclusive un diálogo propio con la música. Todo esto a través de la contextualización de referentes brasileños y venezolanos en conjunto, siempre respetando lo que a través de la investigación y la experiencia entendemos como los códigos fundamentales (fundamentos) de la manifestación a la que nos debemos, sean: ritualidad, corporalidad y musicalidad; pero reconociéndonos en una tradición continental más amplia en la que encontramos que tales fundamentos no son únicamente propios de la capoeira, sino que también están presentes en gran parte de nuestras tradiciones afrovenezolanas, latinoamericanas y caribeñas como consecuencia de nuestra historia común.
Pero ¿a partir de qué construimos? Creo que el camino de Cumbe hacia una identidad necesaria se lograría sin duda a través del continuo experimento y del cotejo. Con la integración real de referentes propios (venezolanos) a nuestras prácticas, en todos los ámbitos de la capoeira, sin desviarse de los principios y fundamentos de la manifestación. Esto se lograría a través del ejercicio del diálogo y el pensar. Considero que actualmente y sobre todo para grupos en crecimiento, y mucho más para grupos de crecimiento fuera de Brasil, y de las principales capitales del mundo –caso particular Venezuela-, no se puede concebir una capoeira que no involucre un proceso de reflexión (como el ejercer del reflejo: del verse a través del otro y del uno mismo). Es importante crear. Creer en una capoeira que se piensa y se discute, más allá del entrenamiento físico. Una capoeira que genere preguntas, que se cuestione, pero que en la misma medida construya bases y posiciones para reeditarse en sí misma de acuerdo a las realidades particulares de sus actores. Pensando en una capoeira de anónimos, de personas y no de personajes. Una capoeira que creo hemos venido discutiendo, vislumbrado y actuando; aquella que forje jugadores, y no consumidores, manifestantes y no solo practicantes.
La capoeira del acontecer ha ido manifestándose en nuestros últimos años de entrenamientos, como un día a día más allá de los nombres y las escuelas, y eso es un Cumbe.
Oswaldo.
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